viernes, 30 de octubre de 2009

Siempre me conformo con poco

Septiembre 2009
Por Alejandra Stamateas




Ester 5:1-3 "Al tercer día, Ester se puso sus vestiduras reales y fue a pararse en el patio interior del palacio, frente a la sala del rey. El rey estaba sentado allí en su trono real, frente a la puerta de entrada. Cuando vio a la reina Ester de pie en el patio, se mostró complacido con ella y le extendió el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro. El rey le preguntó: ¿Qué te pasa, reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Aún cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería!"




¿Cuántas quieren eso? estás pidiendo poco, te está ofreciendo la mitad, nunca aceptes la mitad de nada. Quiero más.



Hay cosas que las mujeres no tenemos porque no las pedimos. ¿Cuántas, alguna vez, no pidieron algo?

Hay algo que no tenés, porque nunca te atreviste a pedir. Hay cosas que no tenemos porque nos dieron algo, y en realidad no lo negociamos, y nos conformamos con eso que nos dieron. No tenemos algo más porque no tuvimos" sabiduría para negociar". Otras cosas no las tenemos porque ni siquiera pensamos en pedirlas, por ejemplo, yo, tener un auto, nunca lo pensé. Irme a un crucero, ni se me pasó por la cabeza, no tengo plata para comer, ni siquiera lo pedís, ni siquiera en oración, por eso no lo tenés, porque ni siquiera te atrevés a pensarlo, o a pedirlo.



¿Cómo solemos pedir las mujeres?



Primero: pedimos en la medida, en que la relación con esa otra persona con la que vamos a pedir, no se dañe, si entendemos que si yo pido eso, puedo tener conflictos en la relación interpersonal, entonces prefiero no pedir. Si vas a tener problemas con tu hija para pedirle algo, decís: mejor no le pido nada, que quede todo así, porque no quiero tener problemas con ella. No pedir para no entrar en conflicto. Eso nos pasa mucho a las mujeres.



Otra manera, muchas veces pedimos menos de lo que queremos para no ser molestas, por ejemplo: ¿Querés café? no... Y tenés unas ganas de tomar un café, pero no querés molestar. ¿No querés unos mates?, no te quiero molestar, ¿Cuantas alguna vez dijeron eso?



Otras veces queremos algo, pero decimos, voy a trabajar más, porque si yo trabajo más, entonces los demás me van a reconocer mi trabajo, y me van a dar lo que necesito. ¿Cuántas trabajaron más pero sin embargo no recibieron nada? porque tenemos las mujeres ese pensamiento de que alguien en algún momento nos va a reconocer, por lo tanto yo voy a hacer más, me voy a esforzar más, el jefe me va a ver y me va a decir: ésta viene siempre media hora antes, ésta se va media hora después, ésta hizo más trabajo, entonces a fin de mes el jefe se va a dar cuenta de mis sacrificios y me va a pagar más, eso no va, porque no siempre, a veces sí, pero no siempre tiene ese resultado. A veces no pedimos para no ser criticadas, no queremos que nadie nos critique, entonces no pedimos, por ejemplo: qué orgullosa, te creés que tenés que ganar más, quién te creés vos, cómo me vas a pedir eso a mi, vos sabes quién soy yo, entonces para no ser criticadas no pedimos y hacemos silencio.



¿Por qué las mujeres somos más conformistas que los hombres? ¿Por qué, a veces, las mujeres nos conformamos con lo que nos quieran dar? Tiene que ver, y es algo que te voy a enseñar, con nuestro "mapa cerebral histórico".



Yo tengo adentro de la cabeza un mapa histórico, el mapa cerebral histórico. El mapa dice lo que nos enseñaron desde chiquitas a las mujeres. Dice: si yo quiero sobrevivir debo ser dependiente y obediente a los mandatos culturales, si yo quiero sobrevivir en esta vida, voy a rastrear mi mapa, y me doy cuenta que una "mujer en este mundo para sobrevivir, debe ser dependiente y debe ser obediente a los mandatos de la cultura".



Vamos a ver qué mandatos tenemos incorporados en ese mapa cerebral interno.

Te voy a hacer un test



1- Con qué asociabas de chiquita la palabra “Mujer”, madre, hijos, poca cosa.

2- Qué te dijeron tu mamá y tu papá acerca de ser mujer. Nada, era tabú, no se hablaba, ser mujer tal vez, era un rol secundario, dependencia.

3- De pequeña se te inculcó, o se te negó, el sentido de privilegio, o sea, te decían, por haber nacido mujer eras privilegiada o más bien, que uy, otra vez chancleta, nena lo que vas a tener que sufrir, vos cerrá los ojos y pensá en otra cosa.

4- Qué imágenes de chiquita vos veías de mujeres, ya sea, si había televisión en tu época, en libros de la escuela, qué te enseñaban, qué estaba haciendo siempre la mujer en esas imágenes. Lavaba los platos, cuidaba a los niños, yo me acuerdo de los libros antiguos, tejían, estaban en la casa con el delantal, el pelo corto o despidiendo al marido en la puerta de la casa. Algunos libros antiguos daban ese tipo de imágenes, o en la televisión, la mujer estaba dentro de la casa, cocinando el postre royal, siempre al lado de la cocina y del horno.

5- Qué mujer fue tu ídolo en tu infancia. Ejemplo, la tía, la abuela, y qué imagen tenés de tu tía, de tu abuela, o tenés la imagen de la abuela que también tenia el delantal y siempre su ámbito de dominio era la cocina, o era la que estaba detrás de todo, o tu modelo era la tía prostituta, la que se había alejado del sistema, era la que había hecho algo diferente y decías qué piola mi tía, no hace lo que hacen las otras en casa, eran dos modelos bien opuestos.

6-De chica te animabas a pedir cosas o te enseñaron a aceptar lo que se te daba. Ejemplo vos recibí nena, vos no digas nada y sé agradecida.



Estas respuestas no tienen que ser todas iguales, cada una tiene su historia de vida, conforman nuestro mapa cerebral histórico, por eso a veces nos cuesta tanto a las mujeres, tomar lo que nos corresponde, lo que nos merecemos, o lo que deseamos, y aceptamos lo que nos dan. Por eso muchas veces las mujeres somos conformistas, nuestra imagen de mujer, generalmente, es una imagen de mujer dependiente, es una imagen de mujer que depende de alguien, por lo tanto fíjense qué interesante, ¿cuántas mujeres tienen auto en la casa?, no propio, auto de la familia, pero sin embargo el auto lo maneja tu marido, y vos ni loca te pusiste a pensar que alguna vez podrías manejar ese auto, y tu marido ¿te imaginás? te dijo: ni loca lo tocás.



¿Por qué? porque el auto, aunque es familiar, porque todo lo que es de la familia, es de toda la familia, el auto lo maneja el marido, y esta mujer se vio siempre en el asiento del acompañante, y nunca se vio pasándose de asiento para estar del lado del conductor, o sea, siempre acompañando, y esa es la imagen que tenemos muchas veces las mujeres, que acompañamos, por eso nos conformamos con poco, porque si vos te dieras cuenta que ese auto es familiar, y se te pasara por la cabeza que podés ir a hacer un curso de manejo, no tiene porqué enseñarte tu marido que no quiere, y que mejor que no te enseñe tu marido, porque no te va a tener paciencia, podrías hacer un curso y sentarte en el volante, pero decía ¿cuándo lo voy a usar si mi marido se lo lleva? no importa, empezá con el que tenés y cuando aprendiste, después te comprás el tuyo, pero si vos ni siquiera pensás en manejar el que tenés en casa, ni siquiera se te ocurre pensar que algún día podrías tener tu propio auto.



Fíjense qué interesante estas imágenes de mujer, que todavía seguimos teniendo incorporadas en nuestra mente; por ejemplo, mujeres que piensan que el sueldo que ganan es para complementar el sueldo del marido, y están pensando, el día que mi marido tenga trabajo, o gane más de lo que está ganando, yo dejo de trabajar, hay como una idea de como que lo mío es para acompañar, lo mío es para complementar, lo mío es solo por si no tienen tanto valor, es un agregado para algo más, voy a poner un dinerito para completar algo, pero nunca es algo valioso, y esa es la mentalidad de dependencia, que muchas veces las mujeres sin darnos cuenta, vamos arrastrando. Si vos obedecés a ese mapa mental de dependencia, vas a ser una mujer inadaptada para este milenio, porque este esquema mental no te sirve para este milenio, y vas a ser una mujer inadaptada en la mentalidad de reino. Porque en la mentalidad de reino, hay un Padre, hay un rey que dice; pídeme y te daré, hay un rey que sabe dar, y hay un rey que quiere que sus hijas le pidan; y si vos tenés mentalidad de dependencia y no te podes adaptar a la mentalidad de reino, nunca vas a estar a la altura de la situación, donde hay un rey que te dice: pídeme y te daré, porque papá sabe dar a quienes le piden. Esa es la mentalidad de reino, hay un rey que sabe dar, y que quiere que le pidas, amén.



¿Cómo hago entonces para aprender a obtener lo que yo quiero? y esto sirve también para los hombres, ¿cómo hago en la vida para que cuando me ofrecen algo no me conforme con poco, y llegue al objetivo, a la meta? Vas a tener que cambiar tu mapa cerebral y vas a tener que vivir como si fueras una mujer independiente. Empezar a pensar como una mujer independiente, siempre tenés que pensar, aunque estés acompañada, aunque te lleves re bien con tu marido, con tus hijos, que tengas una familia en paz, siempre tu pensamiento tiene que ir a la independencia.



¿Cómo haría yo, si estuviera sola? ¿Cómo mantendría mi vida si estuviera sola?

¿De qué trabajaría? ¿Cómo ocuparía mi tiempo? ¿Qué cosas comería si estuviera sola?

No porque vayas a estar sola, o porque es lindo estar sola, sino para que tus decisiones siempre las tomes en libertad, porque no hay nada mejor que decidir en libertad.

Vas a tener que asociar lo que querés con tu sueño. No con una persona, sino con tu sueño.

¿Mi sueldo me sirve para cumplir mi sueño?

¿Esta casa en la que estoy viviendo es el sueño de mi vida?

¿Este trabajo que tengo es el que se relaciona con el sueño de mi vida? o es menos del sueño, es menos de lo que yo soñé.



Tu dependencia no tiene que ser con la gente, tu dependencia tiene que ser con tu sueño y para eso, tenés que dejar de ser acompañante de la vida, para transformarte en líder de tu vida. Dejá de ser acompañante, es hora de que tomes la actitud de líder de tu propia vida, y comiences a liderarla.

Por ejemplo, si yo no sé cuál es mi sueño, si yo no sé cuál es mi objetivo, nunca voy a saber si lo que me dan, es poco o es mucho.



Por ejemplo, si yo tengo seis invitados a comer a casa, y se me ocurre preparar ravioles, yo voy a la fábrica de pastas y pregunto, tengo seis personas para comer ¿cuántas cajas de ravioles tengo que comprar?, una caja por persona. Vas al comercio y el vendedor te dice: sí señora ¿qué quiere?, quiero seis cajas de ravioles. El vendedor te dice, no yo le voy a dar cuatro, si vos no sabés que es una caja por persona, el vendedor te va a dar cuatro, y vas a decir, gracias, y te vas, y después pasás un papelón porque la comida no alcanza. Pero si vos sabés que es una caja por persona, le vas a decir: No señor, cuatro no me alcanza, déme seis, dice, pero llévese..., no, no, déme seis, porque yo sé lo que quiero, invité a seis personas y sé que es una caja por persona, y quiero que todo el mundo esté satisfecho. Hasta que yo no sé lo que quiero lograr en la vida, siempre la gente te va a dar lo que le parece. Por eso vos tenés que tener la seguridad de hacia donde vas, para saber si te estás conformando con poco o tenés que volver a leer tu sueño, esto que tengo tiene que ver con mi sueño, estoy apuntando a mi sueño o me estoy conformando con poquito, porque si te estás conformando con poquito, Dios quiere que empieces a pedir más. ¿Cuántas quieren más? quiero más.



Tenés que aprender a negociar. ¿Qué es negociar? poner pautas. Hay mujeres que nunca negocian porque se creen que las cosas son fijas, alguien te da algo, lo tenés que recibir como te lo dan, es lo que te enseñaron en la infancia, si alguien te da, vos nena callate y aceptá lo que te dan; y no hemos aprendido a negociar, y negociar es saber que lo que el otro te está ofreciendo no es fijo, por más que te quiera hacer creer que es fijo, y que no se puede cambiar. Por ejemplo, señora este es el sueldo, lo acepta, si no, lo lamento, y vos decís, tengo que decir que sí, sino me pierdo la oportunidad, y ahí es donde tenés que activar la capacidad que todas tenemos de negociar. Negociar es poner pautas.



Cada vez que alguien te ofrezca algo, vos te vas a acordar de esto: voy a poner mis pautas, el mundo tiene que trabajar a tu favor, y no vos a favor del mundo, o sea, tu mundo tiene que traer favor a tu vida, por eso vos tenés que saber qué pautas vas a poner, y las pautas que vas a poner en la negociación, tienen que estar ligadas a tu sueño. Supongamos viene el vendedor que te quiere dar las cuatro cajas, y te dice: Señora llévese cuatro, no seis, porque si usted se lleva cuatro, hoy hay una oferta de cuatro cajas de ravioles con dos flanes, la oferta está buena, ya tenés el postre, pero por más que la oferta esté buena, a vos no te sirve y hay cosas que te proponen en la vida que están muy buenas, pero no tienen nada que ver con tu sueño, y por más que estén buenas no te sirven. Ahí es donde tenés que aprender a negociar, decís, mire no, porque yo tengo seis personas, déme siete cajas, le compro una más y usted me regala los dos flanes, porque vos no le podés dar cuatro cajas con dos flanes porque sino, hay alguien que no va a comer. Tengo que aprender a negociar, poner pautas, tenés que atreverte a abrir la boca, a que tu voz sea oída.



Lo primero que perdemos las mujeres, a lo largo de la vida, es la voz, porque nos han dicho agradecé y cerrá la boca, no digas nada, a caballo regalado... y con eso nos cerraron la boca. Poner pautas. Empezá a poner pautas, tus pautas. Tenés que asociar eso con tu sueño, sino siempre los demás, te van a dar gato por liebre. Y vos decís, qué bueno, encima que me lo dio, que lo voy a criticar, encima que él se fijó en mí, cómo le voy a decir algo si a mí no me quería nadie, encima él, que todas las mujeres andaban atrás, se fijó en mi, qué le voy a decir, aprendé a poner tus pautas para que nadie te engañe.



Vamos a ver una mujer especial. Ester era una negociadora aunque no sabía que lo era, como vos y como yo. Tenemos tanto potencial, pero a veces no sabemos, hasta que viene un momento de crisis, donde hay que empezar a tomar decisiones, y ahí es donde se desata nuestra capacidad de negociación, todas tenemos capacidad para poner pautas, todas, si tenemos en claro cuál es nuestro sueño, hacia adonde apuntamos, tenemos la capacidad para negociar y eso es lo que le pasaba a Ester.

Ester nos va a enseñar dos técnicas, o estrategias, o dos secretos, de cómo ella negoció, yo le voy a decir como. Ester negociando consiguió:



- Ser reina ¿cuántas quieren un puesto importante? no tenía ninguna condición aparente para ser reina pero lo logró.

- Obtuvo que el rey le diera más de la mitad de su reino.

- Desenmascaró a su enemigo y lo derrotó.

- Proclamó decretos en nombre del rey, en nombre del jefe, todo el mundo hacía caso a ella. ¿Cuántas mujeres quieren eso, tener autoridad?

- Salvó a todo su pueblo. ¿Cuantas quieren eso? para toda la familia, para todo el barrio, para toda la nación.

Salvó a todo su pueblo, siguió siendo la reina y encima le puso en un puesto súper-importante a Mardoqueo, su tío. O sea que esta mujer tuvo todo lo que quiso.

¿Cuantas quieren tener todo lo que quieren? ¿Cuántas quieren más? No te conformes con poco. Dos estrategias, dos secretos.



Dijo ¡no! a lo que no correspondía a su objetivo. Tengo que saber decir" no". Dice la Biblia que cuando ella se acercó al rey, éste extendió su cetro y ella tocó la punta del cetro, y dijo el rey: decime lo que querés mujer, estaba muy enamorado de Ester, hasta la miraba raro. Como esos hombres que te dicen pedime la luna y te la bajo, y cuando alguien te dice, pedime algo, vos no digas no, nada, si alguien te hizo así con la bandera y te dejó paso, vos empezá a pedir.



Te voy a dar la mitad del reino. ¿Es bueno tener la mitad del reino?¿le iba a dar poder tener la mitad del reino, le iba a cambiar su vida económica tener la mitad del reino? sí, le iba a cambiar su posición, claro que sí, pero saben qué, Ester sabía que la mitad del reino no respondía a su objetivo, ese no era el objetivo de Ester, ese no era el sueño de Ester, por eso cuando le dio bandera libre, le dijo hasta la mitad del reino, lo que menos me interesa es eso rey, le dijo, ahora que me diste posibilidad, ahora si, te voy a pedir lo que quiero y allí comenzó la negociación. Eso que tal vez te ofreció puede ser bueno, pero no tiene nada que ver con tu objetivo, y si no tiene nada que ver con tu objetivo, vos podés decir que no, o podés negociarlo. Si no tiene nada, nada que ver, decís no, la verdad no me interesa, pero estoy necesitando ese trabajo, entonces negociá, no es el sueldo que yo quiero, ganar cinco mil pesos no es el sueño mío, mi sueño es ganar diez mil por mes, pero te están ofreciendo cinco mil, decís no puedo decir que no, bueno, pero mire, vamos a poner estas condiciones, yo pongo mis condiciones, por dos meses yo voy a trabajar por cinco mil, pero al próximo mes, quiero que me aumente, y al otro también, y al otro también, y al otro también, hasta llegar a mi diez mil. Vos ponés tus condiciones cuando negociás.



Hay hombres que te dicen, bueno, yo acepto esta relación de pareja, pero con cama afuera, ¿era eso el sueño que vos tenías? de tener una pareja, nunca casarse, cama afuera, verse el fin de semana nada más, si no es tu objetivo, le vas a decir, no, o lo negociamos, la cama tiene que estar adentro. Porque negociar es poner pautas, esa casa que vos fuiste a ver tiene dos ambientes, y tu sueño es tener una casa de cuatro ambientes, o la rechazás porque no es tu sueño, o si estás en necesidad ves como vas a negociar, y decís, voy a vivir tanto tiempo acá, pero después me voy a la de cuatro ambientes. Siempre en tu mente tiene que haber negociación, capacidad para poner pautas, porque te pueden dar algo muy lindo, pero que no responde al objetivo, y si no responde al objetivo, no tenés que aceptarlo, o tenés que negociarlo, o sea aceptás, o negocias, si aceptás con poco, te vas a quedar siempre con poco, pero si aprendés a poner pautas, lo que estás anhelando siempre va a venir a tu vida.



El primer secreto de Ester fue que dijo no, a lo que no tenía que ver con su sueño, aunque era bueno. Te ofrecen cosas buenas pero si no está ligado a tu sueño, no pelees esa batalla, o negociá, si vos sabes que eso te puede dar el puntapié para lograr tu sueño.



Segundo secreto de Ester. Te voy a dar la estrategia sobre como ir a negociar



Ester se vistió para pedir. Dicen que Ester al tercer día se vistió con su vestido real. Ella iba a ir a pedir algo, e iba a negociar algo muy importante, y se puso su mejor vestido. ¿Qué significa esto? Ustedes saben que había una ley que dice que a ver al rey no se podía entrar no se podía pasar por la puerta si uno se vestía de cilicio. ¿Qué era vestirse de cilicio? cuando alguien recibía una mala noticia, cuando alguien estaba de duelo, cuando alguien estaba mal, se ponía un vestido de cilicio, era una tela rasposa, que lo que hacía era que la carne cuando te lo ponías, se enrojecía y esa persona iba con ese vestido que le iba lastimando todo el cuerpo, toda la piel, y mostraba que estaba en tristeza, que estaba de luto, pero no se podía pasar al palacio con vestido de cilicio, y esto Ester lo sabía, entonces Mardoqueo se viste de cilicio y le dice a ella, y ella le dice, para negociar no voy a mostrar mi tristeza, ni mi debilidad, porque si querés negociar querida mujer, y salir ganando, tenés que negociar con tu fortalezas, y no con tus debilidades.



Tenés que ponerte vestido de alegría, tenés que cambiar tu cara, tenés que vestir tu cara de una manera diferente, tenés que vestir tu vida de una manera diferente para tener éxito en el negocio que vas a emprender. Hay mujeres que cuando van a pedir algo se visten de cilicio, y ponen su peor cara, y dicen te voy a llorar para que me des lo que quiero, y viven llorando y viven pidiendo, llorando. Por eso obtienen nada, porque dijo el famoso libro de Mirta Legrand capitulo cuatro versículo uno "como te ven, te tratan, si te ven mal te maltratan". Esta mujer sabe lo que esta diciendo, esto ya lo sabia Ester, y dijo, yo no voy a ir con vestido de cilicio al rey, yo quiero que el rey me vea a mi, porque yo voy a negociar. Por eso tenés que poner tu mejor cara cuando vas a negociar, tenés que tener tu mejor semblante, y podés decir, pero estoy mal, no importa hacé un esfuerzo, porque vas a ir a lograr tu objetivo, y la gente quiere hacer negociación con gente que sabe que va a ganar.



A la gente le gusta hacer negocios con gente inteligente, con gente que sabe que le trae un desafío, no con mujeres que vienen llorando, no con mujeres que vienen exigiendo autoritariamente lo que quieren: usted me lo tiene que dar, porque no te va a dar nada, o por lo menos no te va a dar lo que estás necesitando, porque como te ven te tratan, si te ven mal te maltratan. Hay gente que expone sus dolores todo el tiempo, mujeres que dicen: porque a mi nadie me ayudó, porque yo no tengo, te estás poniendo vestido de cilicio y la negociación no va a dar el resultado que querés, porque a todo el mundo le gusta negociar con gente que sabe cómo negociar, no con gente perdedora, a quién le gusta darle algo a un perdedor, ¿a vos te gustaría darle algo a un perdedor?, ¿a vos te gustaría comprometer tu dinero con un perdedor, con una persona que va a estar llorando por todos lados y va a estar perdiendo todo lo que le das?.



¿Cuántas quieren negociar con gente así? Nadie, y Ester lo sabía, porque sabía que tenía un potencial que todavía no había soltado, era una negociadora, entonces primero dijo, no le voy a aceptar lo que no tiene que ver con mis sueños, es muy bueno para mi tener la mitad del reino, qué me importa mi pueblo, si yo puedo estar bien, si yo estoy bien cuál es el problema, pero ella dijo: no, porque no es lo pedido, mi pedido es otra cosa, y hasta que no me de lo que yo quiero, voy a seguir negociando, y en segundo lugar se vistió con sus ropas reales.



Cuando vayas a pedir algo, cuando vayas a negociar algo, tenés que decir: ¡no! aunque sea bueno, pero si no corresponde a tu objetivo no te va a servir. Tenés que empezar a negociar e ir con tu mejor ropa, con tu mejor sonrisa, con tu mejor alegría, dormir bien, levantarte con alegría, haber bendecido ese día, ir con toda la fe a buscar esa negociación, y Dios te lo va a dar. Yo quiero decirte que Dios te lo va a dar, mirá todo lo que consiguió Ester, todo lo que ella había pedido.



¿Qué pasa cuando lo que vos estás pidiendo no te lo puede dar una persona?



¿Cuántas tienen pedidos que saben que eso una persona no te lo puede dar? son milagros que Dios te tiene que dar del cielo, vas a aprender a negociar con Dios, se puede. ¿Sabés que con Dios se puede negociar? el rey representa a Dios, y Ester nos representa a nosotros, y vos podés ir delante de Dios a negociar, y muchas veces Dios te va a dar algo, para probar tu fe, y muchas veces le vas a tener que decir no a Dios. Hay veces que Dios te va a dar cosas y le vas a tener que decir, no Dios, porque no es lo pedido, no es lo que te pedí y Dios te lo hace para probar tu fe. Por ejemplo: Señor, yo te pido, quiero que mi hijo se convierta, y Dios te dice, muy bien, lo tenés al lado, adorando, ya vino al culto del domingo, tu hijo estuvo adorando, tanto oraste, tanto luchaste, tanto hiciste, ya lo tenés, te lo di y vos decís gracias Señor, y el Señor prueba tu fe.



¿Vos solamente querías que tu hijo esté al lado tuyo adorando?, ¿o hay algo más?, hay algo más. ¿Vos no querés que tu hijo ame al Señor con todo su corazón?, ¿no querés que tu hijo se trasforme en un líder?, ¿no querés que tu hijo salga de la droga?, ¿no querés que tu hijo cambie todas sus compañías?, ¿no querés que tu hijo tenga una mentalidad de reino?, ¿no querés que tu hijo venga siempre a casa y que vos no lo tengas que obligar y él entrega todas sus amistades acá? ¿Cuántas cosas querés para tu hijo? entonces Dios te dice, te doy la mitad del reino, es bueno que tu hijo esté acá, es la mitad del reino, y vos le tenés que decir, no, la mitad del reino no, yo lo quiero todo, el Señor quiere que aprendas a negociar con él.



Hay cosas que Dios te va a decir que sí para probarte la fe, para ver si realmente te conformás con eso. Te sané el pie, pero bueno, el cáncer... y vos decís, bueno con que tenga el pie sano ya está, y Dios te está probando la fe, no Señor, yo no me conformo con la mitad del reino, yo lo quiero todo. Tenés que aprender a negociar con el rey. Dios quiere probar tu fe, Dios siempre te va a dar cosas buenas, pero te dice, si querés más, tengo más, para tu vida pídeme y te daré.



Sabés qué, querida mujer Dios quiere sacarnos la mentalidad que tenemos las mujeres de liquidación de fin de temporada.



¿Qué es la mentalidad de fin de temporada? te vas a comprar unos zapatos el fin de temporada, diez pesos el par de zapatos, llegás y le decís, me da la oferta de fin de temporada, diez pesos, sí, pero queda talle cuarenta, color violeta, con dos flores de color fucsia con amarillo y rosado, ¿y vos que decís? y bueno, pero está a diez pesos, me lo llevo, calzás treinta y seis, pero te llevás el cuarenta, porque está a diez pesos. Porque las mujeres especialmente, tenemos esa mentalidad de liquidación de fin de mes, y decís y bueno, Dios si me das esto, me conformo, si me das la mitad del reino, bueno, malo no es, de Dios no viene nada malo, pero vos tenias otra cosa en mente, entonces ¿por qué te conformaste con menos, cuando Dios es el rey, y te quiere dar no sólo la mitad del reino, sino tiene el poder para darte el reino completo? Dios te dice, hay más, tengo más, pedímelo, no te conformes con la mitad del reino porque hay más para tu vida.



Gracias Dios, porque mi marido dejó de tomar. Está bien ¿querés algo más? y ya está, qué más te voy a pedir si ya dejó de tomar, no, no, la mitad del reino no, dejó de tomar pero quiero que venga a la reunión, quiero que acepte al Señor en su corazón, quiero que se transforme en un líder, quiero que tenga su grupo, quiero que sea un hombre respetado en mi vecindad, en mi lugar, en mi comunidad, quiero que sea ese hombre que yo imaginé, yo quiero que sea ese hombre respetado por todo el mundo, que tenga un trabajo fijo, que tenga un buen sueldo, que sepa hacer negocios, que sea un buen padre para sus hijos, no quiero la mitad del reino, mitad del reino es: dejó de tomar, pero yo quiero más. Porque las mujeres tenemos que aprender a negociar, aún con Dios, porque cuando Dios te da, Dios siempre te va a probar la fe. a ver hasta donde le alcanza a esta mujer la fe y a veces somos tan pobres en nuestra manera de pedir. Nos acostumbramos tanto a ver las ofertas. a ver qué me llevo, que no me va, que no me guste me la llevo porque es barata, y Dios te dice te extiendo el cetro tenés la mitad del reino ¿está bien? para tu fe la mitad del reino está bien, o tenés fe para algo más.



¿Cuántas tienen fe para algo más?

¿Cuántas quieren más?

¿Cuántas quieren que Dios descienda y les dé algo más?



Yo quiero algo más, y ¿saben qué? cuando vayas a negociar con Dios, ponete una buena ropa, ponete tu mejor ropa, saben cuál es la buena ropa, dice la Biblia en Salmos 100: 4 2 "entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza" cuando vayas a pedirle a Dios, y a negociar con Dios que querés algo más, vas en adoración y alabanza. Adorá y alabá, mostrate contenta, porque a Dios le encanta hacer negocios con gente contenta y apasionada, con mujeres que saben que hoy la están pasando mal, pero mañana va a estar buenísimo, porque no te conformás con la mitad del reino, porque quieren mucho más.



Hay mujeres que cuando reciben algo lindo, experimentan algo lindo, inmediatamente dejan de pedir, porque dicen: ya está, cuánto más voy a pedir, si Dios me acaba de dar esto, estoy feliz, era lo que yo quería, como voy a pedir más, y se conformaron con la mitad del reino, porque todo lo que Dios te puede dar no es la mitad del reino, porque siempre hay más, siempre hay algo más que Dios tiene para darte. Así que hoy, lo que Dios te dio es la mitad del reino, lo que ayer te dio, fue la mitad del reino, te corresponde a vos pedir más, que Dios no es escaso, Dios tiene más ¿pero podrá darme mas? si ya me dio la casa que quería , si ya me dio el auto que quería, toda mi familia está convertida, qué más le puedo pedir a Dios, si yo tengo un buen trabajo, si mi marido consiguió trabajo, tiene un buen sueldo, si económicamente estoy bien, si yo estoy proyectando mis vacaciones, ¿algo más puedo pedir?, te conformaste con la mitad del reino. El cetro de Dios está extendido para las mujeres apasionadas, que no se conforman con la mitad del reino, que todo el día dicen, hay más para mi vida.



Muchas veces, hay mujeres que no quieren negociar porque dicen: yo no voy a perder mi orgullo. El ex le dice: yo no puedo ir a buscar a los chicos porque tengo muchas cosas para hacer, entonces decís: bueno, no vengas nunca más, no los veas, no necesito de vos, en lugar de negociar. Vos te crees que es orgullo, no, una cosa es dignidad y otra cosa es orgullo, si perdés la dignidad, no hay nada para negociar, pero si es orgullo tonto, negociá, poné pautas, ejemplo: ¿en qué horario podés venir?, a ver, como podemos negociar esto, yo voy a poner ciertas pautas, vos ponés las tuyas, y vamos a ver cómo hacemos, pero todos vamos a salir ganando, porque en una negociación, todos tenemos que salir ganando.



A veces tenés que tragarte ese orgullo tonto, que no sirve para nada, no estoy hablando de dignidad, si vas a perder la dignidad, no. Vos negociás pero sin poner en juego tu dignidad, y ese orgullo tonto lo tirás. Cuando decís que se guarde la plata, que se guarde la plata, nada, esa plata es de mis hijos, vamos a negociar, te corresponderá tanto, no importa, pero que lo que me corresponde me corresponda, si no perdés la dignidad, si es solo orgullo, aprendé a negociar.



Hay gente que dice no, si eso no es el trabajo que yo quiero, porque ahí no me pagan lo que yo quiero, yo quiero ganar cinco mil pesos y a mi me pagan doscientos, no me alcanza ni para comer, entonces guardate el orgullo, pero no es el objetivo todavía, entonces negociá, como te dije antes, ganate doscientos pero a los dos meses decís, yo quiero que usted me aumente, y a los otros dos meses, me aumente más, porque después de haber trabajado y haber tenido para comer, vas a tener capacidad para pensar, experimentar, y pedir otro trabajo, te das cuenta que no es decir que no, es aprender a negociar, es decir si no corresponde a mi objetivo, lo voy a negociar para llevarlo hacia mi objetivo.



El cetro de Dios está extendiéndose para las mujeres entusiasmadas con un sueño. Yo he aprendido que si hay cosas que vienen a mi vida, que son buenas, pero no tienen nada que ver con mi sueño, yo sin ningún problema les digo que no, y hay otras cosas que vienen a mi vida y se me plantean, y me pregunto ¿tiene que ver con mi sueño? si tiene que ver con mi sueño lo voy a negociar, si no tiene que ver con mi sueño, por más que sea bueno, si a mi no me interesa, lo dejo a un lado.



Es más fácil la vida así. Cuando sabés hacia donde vas, cuando sabés cuál es tu meta, tu sueño, tu objetivo, este dinero que estoy ganando es correcto, si tu objetivo tiene que ver con ese dinero, si lo que te vas a comprar necesitás de ese dinero, estás recibiendo bien, pero si es menos de lo que vos te querés comprar, ahí hay que negociar, todo tiene que ver con el sueño que tengas. Queridas mujeres, Dios está extendiendo el cetro y quiere probar tu fe, te quiere decir, te doy la mitad del reino, no es poco, y el Señor te dice, si tenés más fe, hay otra mitad del reino para tu vida, quiero más declaralo, quiero más en el nombre de Jesús.



El cetro del Señor está extendido, el Señor va a estar probando tu fe, te dice ya te conformaste con lo que te di, ya estás contenta, pero hay más.

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