viernes, 30 de octubre de 2009

!El Ayuno que Agrada a Dios!


Hemos visto una lista de ayunos dónde podríamos escoger uno a seguir, gracias a Cristo, más es importante aprender el agradable a Dios. Es edificador el conocer de acuerdo a la Palabra el ayuno que agrada al Señor. Si nuestra forma de vida es agradable a Dios, Él nos dará sabiduría, conocimiento, gozo y riquezas (Eclesiastés 2:26), recuerda que todo es de Él y Él se lo da al que le agrada, pero para agradarle hay que hacer las cosas como Él dice en su palabra, el Señor Jesús dijo a sus discípulos con relación al ayuno:



Mateo 6

16 Y cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.



Empezaremos diciendo que el Ayuno no es un acto externo, los fariseos lo hacían dándose publicidad de una aparente piedad. Jesús condenó la hipocresía de ayunar con el fin de ganar la aprobación de la gente, debemos buscar la aprobación pero de Dios (Efesios 6:6). El ayuno tampoco es un trueque, los Judíos habían comprendido mal el ayuno, llegaron a creer que era la forma de actuar para que Dios los oyera y les concediera sus peticiones, aun hoy en día mucho pueblo de Dios ayuna de forma religiosa queriendo que Dios vea “el sacrificio que hacen” y que entonces los bendiga, pero no es así amado hermano, Dios te bendecirá por el sacrificio de nuestro Señor Jesús quien murió y se entrego por nosotros para hacernos aceptos delante de Dios y merecedor de su bendición (, lo que Dios quiere es que aprendamos a vivir de forma agradable delante de El, que vivamos según sus propósitos, haciendo siempre lo que es de su agrado, esto no lo entendió el pueblo de Israel y por eso el Señor les reclamo:

El Ayuno que no agrada a Dios

Isaías 58

3 Dicen: “¿Por qué hemos ayunado, y tú no lo ves? ¿Por qué nos hemos humillado, y tú no haces caso?” He aquí, en el día de vuestro ayuno buscáis vuestra conveniencia y oprimís a todos vuestros trabajadores. 4 He aquí, ayunáis para contiendas y riñas, y para herir con un puño malvado. No ayunéis como hoy, para que se oiga en lo alto vuestra voz. 5 ¿Es ése el ayuno que yo escogí para que un día se humille el hombre? ¿Es acaso para que incline su cabeza como un junco, y para que se acueste en cilicio y ceniza? ¿Llamaréis a esto ayuno y día acepto al Señor?



El Señor les reclamo por ayunar hipócritamente, ellos querían forzar a Dios a bendecirlos por su “ayuno, oración y humillación”, el pueblo de Israel ayunaba pero oprimía a los trabajadores, en cambio lo que a Dios le agrada es que preservemos el derecho y la justicia (Isaías 56:1-7), que tratemos a los demás como queremos que nos traten a nosotros esto es el resumen de la ley (Romanos 13:8-10), el pueblo de Israel ayunaba para estar en contiendas y lo que a Dios agrada es una vida en comunión con nuestros hermanos (Salmo 133), que vivamos en paz y amor , que no devolvamos mal por mal (1 Pedro 3:8-9), hoy en día mucho pueblo de Dios al igual que el Israel del antiguo testamento no han entendido el propósito del ayuno de Dios:

El Ayuno que agrada a Dios

Isaías 58

6 ¿No es éste el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de impiedad, soltar las coyundas del yugo, dejar ir libres a los oprimidos, y romper todo yugo? 7 ¿No es para que partas tu pan con el hambriento, y recibas en casa a los pobres sin hogar; para que cuando veas al desnudo lo cubras, y no te escondas de tu semejante?



Aquí el Señor les hace manifiesto que quiere que el ayuno sea “un meditar en nuestra conducta a la luz de la palabra”, ver si estamos haciendo las cosas que a Dios le agradan y si no es así que rectifiquemos y que empecemos a vivir dando testimonio de El. El ayuno que El quiere es que vayamos a liberar a los cautivos por el diablo y que compartamos con los mas necesitados por amor, El dijo a los fariseos “id y aprended que es esto: Misericordia quiero y no sacrificios” (Mateo 12:7), así es amado hermano, el ayuno de Dios es para reflexionar en nuestra forma de vida, para evaluarnos a nosotros mismos a la luz de la palabra y ver si estamos dando testimonio de Dios con nuestra vida, no con palabras sino con obras de amor, si hacemos el ayuno que agrada a Dios, el Señor ha prometido:



Isaías 58

8Entonces tu luz despuntará como la aurora, y tu recuperación brotará con rapidez; delante de ti irá tu justicia; y la gloria del Señor será tu retaguardia.



El Ayuno tiene un fondo espiritual mas profundo que el solo abstenerse de alimentos físicos, es una humillación interna confesando nuestra dependencia de Dios, reconocer que es su gracia la que nos sostiene, es reflexionar en nuestra forma de vida, enmendar nuestros errores y empezar a vivir agradando a nuestro Señor en todo, preservando el derecho y haciendo justicia, alabándole, ayudando a los que están abandonados, huérfanos, desnudos, sin alimento y sin protección, pero un obrar por amor, reconociendo que si no estamos desamparados es por su misericordia.



Reflexión

Que triste es perder la perspectiva del ayuno y creer que es para que Dios nos oiga por nuestra aparente conducta de “piedad” y humillación, esto es aborrecible ante Dios querer mostrarnos justos por nuestras acciones, Isaías lo entendió y pudo decir:



Isaías 64

6 Todos nosotros somos como el inmundo, y como trapo de inmundicia todas nuestras obras justas; todos nos marchitamos como una hoja, y nuestras iniquidades, como el viento, nos arrastran.



Los judíos creyeron que era hacer sufrir la carne acostándose en cilicio y ceniza, pero lo que Dios quiere es que humillemos nuestro ego, sabiendo que no somos nada sin Dios y dándole a El la gloria por lo que hace por nosotros por amor de su santo nombre. Los judíos creyeron que era dejar de comer nada más, pero lo que Dios quiere es que ayudemos a los que no tienen que comer, a los desamparados, que manifestemos su amor compartiendo lo que tenemos. Los judíos creyeron que su actitud de aparente piedad los hacia merecedores de bendición y lo que Dios quiere es que reconozcamos que su bendición la merecemos únicamente por la obra de nuestro Señor Jesucristo en la cruz del calvario, una obra por amor.



GP

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Efesios 4.29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los creyentes.http://www.aplausointernacional.com/  http://www.casadealabanza.net/ http://centro-cristiano-casa-de-alabanza-fairbanks.webs.com/

Siempre me conformo con poco

Septiembre 2009
Por Alejandra Stamateas




Ester 5:1-3 "Al tercer día, Ester se puso sus vestiduras reales y fue a pararse en el patio interior del palacio, frente a la sala del rey. El rey estaba sentado allí en su trono real, frente a la puerta de entrada. Cuando vio a la reina Ester de pie en el patio, se mostró complacido con ella y le extendió el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro. El rey le preguntó: ¿Qué te pasa, reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Aún cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería!"




¿Cuántas quieren eso? estás pidiendo poco, te está ofreciendo la mitad, nunca aceptes la mitad de nada. Quiero más.



Hay cosas que las mujeres no tenemos porque no las pedimos. ¿Cuántas, alguna vez, no pidieron algo?

Hay algo que no tenés, porque nunca te atreviste a pedir. Hay cosas que no tenemos porque nos dieron algo, y en realidad no lo negociamos, y nos conformamos con eso que nos dieron. No tenemos algo más porque no tuvimos" sabiduría para negociar". Otras cosas no las tenemos porque ni siquiera pensamos en pedirlas, por ejemplo, yo, tener un auto, nunca lo pensé. Irme a un crucero, ni se me pasó por la cabeza, no tengo plata para comer, ni siquiera lo pedís, ni siquiera en oración, por eso no lo tenés, porque ni siquiera te atrevés a pensarlo, o a pedirlo.



¿Cómo solemos pedir las mujeres?



Primero: pedimos en la medida, en que la relación con esa otra persona con la que vamos a pedir, no se dañe, si entendemos que si yo pido eso, puedo tener conflictos en la relación interpersonal, entonces prefiero no pedir. Si vas a tener problemas con tu hija para pedirle algo, decís: mejor no le pido nada, que quede todo así, porque no quiero tener problemas con ella. No pedir para no entrar en conflicto. Eso nos pasa mucho a las mujeres.



Otra manera, muchas veces pedimos menos de lo que queremos para no ser molestas, por ejemplo: ¿Querés café? no... Y tenés unas ganas de tomar un café, pero no querés molestar. ¿No querés unos mates?, no te quiero molestar, ¿Cuantas alguna vez dijeron eso?



Otras veces queremos algo, pero decimos, voy a trabajar más, porque si yo trabajo más, entonces los demás me van a reconocer mi trabajo, y me van a dar lo que necesito. ¿Cuántas trabajaron más pero sin embargo no recibieron nada? porque tenemos las mujeres ese pensamiento de que alguien en algún momento nos va a reconocer, por lo tanto yo voy a hacer más, me voy a esforzar más, el jefe me va a ver y me va a decir: ésta viene siempre media hora antes, ésta se va media hora después, ésta hizo más trabajo, entonces a fin de mes el jefe se va a dar cuenta de mis sacrificios y me va a pagar más, eso no va, porque no siempre, a veces sí, pero no siempre tiene ese resultado. A veces no pedimos para no ser criticadas, no queremos que nadie nos critique, entonces no pedimos, por ejemplo: qué orgullosa, te creés que tenés que ganar más, quién te creés vos, cómo me vas a pedir eso a mi, vos sabes quién soy yo, entonces para no ser criticadas no pedimos y hacemos silencio.



¿Por qué las mujeres somos más conformistas que los hombres? ¿Por qué, a veces, las mujeres nos conformamos con lo que nos quieran dar? Tiene que ver, y es algo que te voy a enseñar, con nuestro "mapa cerebral histórico".



Yo tengo adentro de la cabeza un mapa histórico, el mapa cerebral histórico. El mapa dice lo que nos enseñaron desde chiquitas a las mujeres. Dice: si yo quiero sobrevivir debo ser dependiente y obediente a los mandatos culturales, si yo quiero sobrevivir en esta vida, voy a rastrear mi mapa, y me doy cuenta que una "mujer en este mundo para sobrevivir, debe ser dependiente y debe ser obediente a los mandatos de la cultura".



Vamos a ver qué mandatos tenemos incorporados en ese mapa cerebral interno.

Te voy a hacer un test



1- Con qué asociabas de chiquita la palabra “Mujer”, madre, hijos, poca cosa.

2- Qué te dijeron tu mamá y tu papá acerca de ser mujer. Nada, era tabú, no se hablaba, ser mujer tal vez, era un rol secundario, dependencia.

3- De pequeña se te inculcó, o se te negó, el sentido de privilegio, o sea, te decían, por haber nacido mujer eras privilegiada o más bien, que uy, otra vez chancleta, nena lo que vas a tener que sufrir, vos cerrá los ojos y pensá en otra cosa.

4- Qué imágenes de chiquita vos veías de mujeres, ya sea, si había televisión en tu época, en libros de la escuela, qué te enseñaban, qué estaba haciendo siempre la mujer en esas imágenes. Lavaba los platos, cuidaba a los niños, yo me acuerdo de los libros antiguos, tejían, estaban en la casa con el delantal, el pelo corto o despidiendo al marido en la puerta de la casa. Algunos libros antiguos daban ese tipo de imágenes, o en la televisión, la mujer estaba dentro de la casa, cocinando el postre royal, siempre al lado de la cocina y del horno.

5- Qué mujer fue tu ídolo en tu infancia. Ejemplo, la tía, la abuela, y qué imagen tenés de tu tía, de tu abuela, o tenés la imagen de la abuela que también tenia el delantal y siempre su ámbito de dominio era la cocina, o era la que estaba detrás de todo, o tu modelo era la tía prostituta, la que se había alejado del sistema, era la que había hecho algo diferente y decías qué piola mi tía, no hace lo que hacen las otras en casa, eran dos modelos bien opuestos.

6-De chica te animabas a pedir cosas o te enseñaron a aceptar lo que se te daba. Ejemplo vos recibí nena, vos no digas nada y sé agradecida.



Estas respuestas no tienen que ser todas iguales, cada una tiene su historia de vida, conforman nuestro mapa cerebral histórico, por eso a veces nos cuesta tanto a las mujeres, tomar lo que nos corresponde, lo que nos merecemos, o lo que deseamos, y aceptamos lo que nos dan. Por eso muchas veces las mujeres somos conformistas, nuestra imagen de mujer, generalmente, es una imagen de mujer dependiente, es una imagen de mujer que depende de alguien, por lo tanto fíjense qué interesante, ¿cuántas mujeres tienen auto en la casa?, no propio, auto de la familia, pero sin embargo el auto lo maneja tu marido, y vos ni loca te pusiste a pensar que alguna vez podrías manejar ese auto, y tu marido ¿te imaginás? te dijo: ni loca lo tocás.



¿Por qué? porque el auto, aunque es familiar, porque todo lo que es de la familia, es de toda la familia, el auto lo maneja el marido, y esta mujer se vio siempre en el asiento del acompañante, y nunca se vio pasándose de asiento para estar del lado del conductor, o sea, siempre acompañando, y esa es la imagen que tenemos muchas veces las mujeres, que acompañamos, por eso nos conformamos con poco, porque si vos te dieras cuenta que ese auto es familiar, y se te pasara por la cabeza que podés ir a hacer un curso de manejo, no tiene porqué enseñarte tu marido que no quiere, y que mejor que no te enseñe tu marido, porque no te va a tener paciencia, podrías hacer un curso y sentarte en el volante, pero decía ¿cuándo lo voy a usar si mi marido se lo lleva? no importa, empezá con el que tenés y cuando aprendiste, después te comprás el tuyo, pero si vos ni siquiera pensás en manejar el que tenés en casa, ni siquiera se te ocurre pensar que algún día podrías tener tu propio auto.



Fíjense qué interesante estas imágenes de mujer, que todavía seguimos teniendo incorporadas en nuestra mente; por ejemplo, mujeres que piensan que el sueldo que ganan es para complementar el sueldo del marido, y están pensando, el día que mi marido tenga trabajo, o gane más de lo que está ganando, yo dejo de trabajar, hay como una idea de como que lo mío es para acompañar, lo mío es para complementar, lo mío es solo por si no tienen tanto valor, es un agregado para algo más, voy a poner un dinerito para completar algo, pero nunca es algo valioso, y esa es la mentalidad de dependencia, que muchas veces las mujeres sin darnos cuenta, vamos arrastrando. Si vos obedecés a ese mapa mental de dependencia, vas a ser una mujer inadaptada para este milenio, porque este esquema mental no te sirve para este milenio, y vas a ser una mujer inadaptada en la mentalidad de reino. Porque en la mentalidad de reino, hay un Padre, hay un rey que dice; pídeme y te daré, hay un rey que sabe dar, y hay un rey que quiere que sus hijas le pidan; y si vos tenés mentalidad de dependencia y no te podes adaptar a la mentalidad de reino, nunca vas a estar a la altura de la situación, donde hay un rey que te dice: pídeme y te daré, porque papá sabe dar a quienes le piden. Esa es la mentalidad de reino, hay un rey que sabe dar, y que quiere que le pidas, amén.



¿Cómo hago entonces para aprender a obtener lo que yo quiero? y esto sirve también para los hombres, ¿cómo hago en la vida para que cuando me ofrecen algo no me conforme con poco, y llegue al objetivo, a la meta? Vas a tener que cambiar tu mapa cerebral y vas a tener que vivir como si fueras una mujer independiente. Empezar a pensar como una mujer independiente, siempre tenés que pensar, aunque estés acompañada, aunque te lleves re bien con tu marido, con tus hijos, que tengas una familia en paz, siempre tu pensamiento tiene que ir a la independencia.



¿Cómo haría yo, si estuviera sola? ¿Cómo mantendría mi vida si estuviera sola?

¿De qué trabajaría? ¿Cómo ocuparía mi tiempo? ¿Qué cosas comería si estuviera sola?

No porque vayas a estar sola, o porque es lindo estar sola, sino para que tus decisiones siempre las tomes en libertad, porque no hay nada mejor que decidir en libertad.

Vas a tener que asociar lo que querés con tu sueño. No con una persona, sino con tu sueño.

¿Mi sueldo me sirve para cumplir mi sueño?

¿Esta casa en la que estoy viviendo es el sueño de mi vida?

¿Este trabajo que tengo es el que se relaciona con el sueño de mi vida? o es menos del sueño, es menos de lo que yo soñé.



Tu dependencia no tiene que ser con la gente, tu dependencia tiene que ser con tu sueño y para eso, tenés que dejar de ser acompañante de la vida, para transformarte en líder de tu vida. Dejá de ser acompañante, es hora de que tomes la actitud de líder de tu propia vida, y comiences a liderarla.

Por ejemplo, si yo no sé cuál es mi sueño, si yo no sé cuál es mi objetivo, nunca voy a saber si lo que me dan, es poco o es mucho.



Por ejemplo, si yo tengo seis invitados a comer a casa, y se me ocurre preparar ravioles, yo voy a la fábrica de pastas y pregunto, tengo seis personas para comer ¿cuántas cajas de ravioles tengo que comprar?, una caja por persona. Vas al comercio y el vendedor te dice: sí señora ¿qué quiere?, quiero seis cajas de ravioles. El vendedor te dice, no yo le voy a dar cuatro, si vos no sabés que es una caja por persona, el vendedor te va a dar cuatro, y vas a decir, gracias, y te vas, y después pasás un papelón porque la comida no alcanza. Pero si vos sabés que es una caja por persona, le vas a decir: No señor, cuatro no me alcanza, déme seis, dice, pero llévese..., no, no, déme seis, porque yo sé lo que quiero, invité a seis personas y sé que es una caja por persona, y quiero que todo el mundo esté satisfecho. Hasta que yo no sé lo que quiero lograr en la vida, siempre la gente te va a dar lo que le parece. Por eso vos tenés que tener la seguridad de hacia donde vas, para saber si te estás conformando con poco o tenés que volver a leer tu sueño, esto que tengo tiene que ver con mi sueño, estoy apuntando a mi sueño o me estoy conformando con poquito, porque si te estás conformando con poquito, Dios quiere que empieces a pedir más. ¿Cuántas quieren más? quiero más.



Tenés que aprender a negociar. ¿Qué es negociar? poner pautas. Hay mujeres que nunca negocian porque se creen que las cosas son fijas, alguien te da algo, lo tenés que recibir como te lo dan, es lo que te enseñaron en la infancia, si alguien te da, vos nena callate y aceptá lo que te dan; y no hemos aprendido a negociar, y negociar es saber que lo que el otro te está ofreciendo no es fijo, por más que te quiera hacer creer que es fijo, y que no se puede cambiar. Por ejemplo, señora este es el sueldo, lo acepta, si no, lo lamento, y vos decís, tengo que decir que sí, sino me pierdo la oportunidad, y ahí es donde tenés que activar la capacidad que todas tenemos de negociar. Negociar es poner pautas.



Cada vez que alguien te ofrezca algo, vos te vas a acordar de esto: voy a poner mis pautas, el mundo tiene que trabajar a tu favor, y no vos a favor del mundo, o sea, tu mundo tiene que traer favor a tu vida, por eso vos tenés que saber qué pautas vas a poner, y las pautas que vas a poner en la negociación, tienen que estar ligadas a tu sueño. Supongamos viene el vendedor que te quiere dar las cuatro cajas, y te dice: Señora llévese cuatro, no seis, porque si usted se lleva cuatro, hoy hay una oferta de cuatro cajas de ravioles con dos flanes, la oferta está buena, ya tenés el postre, pero por más que la oferta esté buena, a vos no te sirve y hay cosas que te proponen en la vida que están muy buenas, pero no tienen nada que ver con tu sueño, y por más que estén buenas no te sirven. Ahí es donde tenés que aprender a negociar, decís, mire no, porque yo tengo seis personas, déme siete cajas, le compro una más y usted me regala los dos flanes, porque vos no le podés dar cuatro cajas con dos flanes porque sino, hay alguien que no va a comer. Tengo que aprender a negociar, poner pautas, tenés que atreverte a abrir la boca, a que tu voz sea oída.



Lo primero que perdemos las mujeres, a lo largo de la vida, es la voz, porque nos han dicho agradecé y cerrá la boca, no digas nada, a caballo regalado... y con eso nos cerraron la boca. Poner pautas. Empezá a poner pautas, tus pautas. Tenés que asociar eso con tu sueño, sino siempre los demás, te van a dar gato por liebre. Y vos decís, qué bueno, encima que me lo dio, que lo voy a criticar, encima que él se fijó en mí, cómo le voy a decir algo si a mí no me quería nadie, encima él, que todas las mujeres andaban atrás, se fijó en mi, qué le voy a decir, aprendé a poner tus pautas para que nadie te engañe.



Vamos a ver una mujer especial. Ester era una negociadora aunque no sabía que lo era, como vos y como yo. Tenemos tanto potencial, pero a veces no sabemos, hasta que viene un momento de crisis, donde hay que empezar a tomar decisiones, y ahí es donde se desata nuestra capacidad de negociación, todas tenemos capacidad para poner pautas, todas, si tenemos en claro cuál es nuestro sueño, hacia adonde apuntamos, tenemos la capacidad para negociar y eso es lo que le pasaba a Ester.

Ester nos va a enseñar dos técnicas, o estrategias, o dos secretos, de cómo ella negoció, yo le voy a decir como. Ester negociando consiguió:



- Ser reina ¿cuántas quieren un puesto importante? no tenía ninguna condición aparente para ser reina pero lo logró.

- Obtuvo que el rey le diera más de la mitad de su reino.

- Desenmascaró a su enemigo y lo derrotó.

- Proclamó decretos en nombre del rey, en nombre del jefe, todo el mundo hacía caso a ella. ¿Cuántas mujeres quieren eso, tener autoridad?

- Salvó a todo su pueblo. ¿Cuantas quieren eso? para toda la familia, para todo el barrio, para toda la nación.

Salvó a todo su pueblo, siguió siendo la reina y encima le puso en un puesto súper-importante a Mardoqueo, su tío. O sea que esta mujer tuvo todo lo que quiso.

¿Cuantas quieren tener todo lo que quieren? ¿Cuántas quieren más? No te conformes con poco. Dos estrategias, dos secretos.



Dijo ¡no! a lo que no correspondía a su objetivo. Tengo que saber decir" no". Dice la Biblia que cuando ella se acercó al rey, éste extendió su cetro y ella tocó la punta del cetro, y dijo el rey: decime lo que querés mujer, estaba muy enamorado de Ester, hasta la miraba raro. Como esos hombres que te dicen pedime la luna y te la bajo, y cuando alguien te dice, pedime algo, vos no digas no, nada, si alguien te hizo así con la bandera y te dejó paso, vos empezá a pedir.



Te voy a dar la mitad del reino. ¿Es bueno tener la mitad del reino?¿le iba a dar poder tener la mitad del reino, le iba a cambiar su vida económica tener la mitad del reino? sí, le iba a cambiar su posición, claro que sí, pero saben qué, Ester sabía que la mitad del reino no respondía a su objetivo, ese no era el objetivo de Ester, ese no era el sueño de Ester, por eso cuando le dio bandera libre, le dijo hasta la mitad del reino, lo que menos me interesa es eso rey, le dijo, ahora que me diste posibilidad, ahora si, te voy a pedir lo que quiero y allí comenzó la negociación. Eso que tal vez te ofreció puede ser bueno, pero no tiene nada que ver con tu objetivo, y si no tiene nada que ver con tu objetivo, vos podés decir que no, o podés negociarlo. Si no tiene nada, nada que ver, decís no, la verdad no me interesa, pero estoy necesitando ese trabajo, entonces negociá, no es el sueldo que yo quiero, ganar cinco mil pesos no es el sueño mío, mi sueño es ganar diez mil por mes, pero te están ofreciendo cinco mil, decís no puedo decir que no, bueno, pero mire, vamos a poner estas condiciones, yo pongo mis condiciones, por dos meses yo voy a trabajar por cinco mil, pero al próximo mes, quiero que me aumente, y al otro también, y al otro también, y al otro también, hasta llegar a mi diez mil. Vos ponés tus condiciones cuando negociás.



Hay hombres que te dicen, bueno, yo acepto esta relación de pareja, pero con cama afuera, ¿era eso el sueño que vos tenías? de tener una pareja, nunca casarse, cama afuera, verse el fin de semana nada más, si no es tu objetivo, le vas a decir, no, o lo negociamos, la cama tiene que estar adentro. Porque negociar es poner pautas, esa casa que vos fuiste a ver tiene dos ambientes, y tu sueño es tener una casa de cuatro ambientes, o la rechazás porque no es tu sueño, o si estás en necesidad ves como vas a negociar, y decís, voy a vivir tanto tiempo acá, pero después me voy a la de cuatro ambientes. Siempre en tu mente tiene que haber negociación, capacidad para poner pautas, porque te pueden dar algo muy lindo, pero que no responde al objetivo, y si no responde al objetivo, no tenés que aceptarlo, o tenés que negociarlo, o sea aceptás, o negocias, si aceptás con poco, te vas a quedar siempre con poco, pero si aprendés a poner pautas, lo que estás anhelando siempre va a venir a tu vida.



El primer secreto de Ester fue que dijo no, a lo que no tenía que ver con su sueño, aunque era bueno. Te ofrecen cosas buenas pero si no está ligado a tu sueño, no pelees esa batalla, o negociá, si vos sabes que eso te puede dar el puntapié para lograr tu sueño.



Segundo secreto de Ester. Te voy a dar la estrategia sobre como ir a negociar



Ester se vistió para pedir. Dicen que Ester al tercer día se vistió con su vestido real. Ella iba a ir a pedir algo, e iba a negociar algo muy importante, y se puso su mejor vestido. ¿Qué significa esto? Ustedes saben que había una ley que dice que a ver al rey no se podía entrar no se podía pasar por la puerta si uno se vestía de cilicio. ¿Qué era vestirse de cilicio? cuando alguien recibía una mala noticia, cuando alguien estaba de duelo, cuando alguien estaba mal, se ponía un vestido de cilicio, era una tela rasposa, que lo que hacía era que la carne cuando te lo ponías, se enrojecía y esa persona iba con ese vestido que le iba lastimando todo el cuerpo, toda la piel, y mostraba que estaba en tristeza, que estaba de luto, pero no se podía pasar al palacio con vestido de cilicio, y esto Ester lo sabía, entonces Mardoqueo se viste de cilicio y le dice a ella, y ella le dice, para negociar no voy a mostrar mi tristeza, ni mi debilidad, porque si querés negociar querida mujer, y salir ganando, tenés que negociar con tu fortalezas, y no con tus debilidades.



Tenés que ponerte vestido de alegría, tenés que cambiar tu cara, tenés que vestir tu cara de una manera diferente, tenés que vestir tu vida de una manera diferente para tener éxito en el negocio que vas a emprender. Hay mujeres que cuando van a pedir algo se visten de cilicio, y ponen su peor cara, y dicen te voy a llorar para que me des lo que quiero, y viven llorando y viven pidiendo, llorando. Por eso obtienen nada, porque dijo el famoso libro de Mirta Legrand capitulo cuatro versículo uno "como te ven, te tratan, si te ven mal te maltratan". Esta mujer sabe lo que esta diciendo, esto ya lo sabia Ester, y dijo, yo no voy a ir con vestido de cilicio al rey, yo quiero que el rey me vea a mi, porque yo voy a negociar. Por eso tenés que poner tu mejor cara cuando vas a negociar, tenés que tener tu mejor semblante, y podés decir, pero estoy mal, no importa hacé un esfuerzo, porque vas a ir a lograr tu objetivo, y la gente quiere hacer negociación con gente que sabe que va a ganar.



A la gente le gusta hacer negocios con gente inteligente, con gente que sabe que le trae un desafío, no con mujeres que vienen llorando, no con mujeres que vienen exigiendo autoritariamente lo que quieren: usted me lo tiene que dar, porque no te va a dar nada, o por lo menos no te va a dar lo que estás necesitando, porque como te ven te tratan, si te ven mal te maltratan. Hay gente que expone sus dolores todo el tiempo, mujeres que dicen: porque a mi nadie me ayudó, porque yo no tengo, te estás poniendo vestido de cilicio y la negociación no va a dar el resultado que querés, porque a todo el mundo le gusta negociar con gente que sabe cómo negociar, no con gente perdedora, a quién le gusta darle algo a un perdedor, ¿a vos te gustaría darle algo a un perdedor?, ¿a vos te gustaría comprometer tu dinero con un perdedor, con una persona que va a estar llorando por todos lados y va a estar perdiendo todo lo que le das?.



¿Cuántas quieren negociar con gente así? Nadie, y Ester lo sabía, porque sabía que tenía un potencial que todavía no había soltado, era una negociadora, entonces primero dijo, no le voy a aceptar lo que no tiene que ver con mis sueños, es muy bueno para mi tener la mitad del reino, qué me importa mi pueblo, si yo puedo estar bien, si yo estoy bien cuál es el problema, pero ella dijo: no, porque no es lo pedido, mi pedido es otra cosa, y hasta que no me de lo que yo quiero, voy a seguir negociando, y en segundo lugar se vistió con sus ropas reales.



Cuando vayas a pedir algo, cuando vayas a negociar algo, tenés que decir: ¡no! aunque sea bueno, pero si no corresponde a tu objetivo no te va a servir. Tenés que empezar a negociar e ir con tu mejor ropa, con tu mejor sonrisa, con tu mejor alegría, dormir bien, levantarte con alegría, haber bendecido ese día, ir con toda la fe a buscar esa negociación, y Dios te lo va a dar. Yo quiero decirte que Dios te lo va a dar, mirá todo lo que consiguió Ester, todo lo que ella había pedido.



¿Qué pasa cuando lo que vos estás pidiendo no te lo puede dar una persona?



¿Cuántas tienen pedidos que saben que eso una persona no te lo puede dar? son milagros que Dios te tiene que dar del cielo, vas a aprender a negociar con Dios, se puede. ¿Sabés que con Dios se puede negociar? el rey representa a Dios, y Ester nos representa a nosotros, y vos podés ir delante de Dios a negociar, y muchas veces Dios te va a dar algo, para probar tu fe, y muchas veces le vas a tener que decir no a Dios. Hay veces que Dios te va a dar cosas y le vas a tener que decir, no Dios, porque no es lo pedido, no es lo que te pedí y Dios te lo hace para probar tu fe. Por ejemplo: Señor, yo te pido, quiero que mi hijo se convierta, y Dios te dice, muy bien, lo tenés al lado, adorando, ya vino al culto del domingo, tu hijo estuvo adorando, tanto oraste, tanto luchaste, tanto hiciste, ya lo tenés, te lo di y vos decís gracias Señor, y el Señor prueba tu fe.



¿Vos solamente querías que tu hijo esté al lado tuyo adorando?, ¿o hay algo más?, hay algo más. ¿Vos no querés que tu hijo ame al Señor con todo su corazón?, ¿no querés que tu hijo se trasforme en un líder?, ¿no querés que tu hijo salga de la droga?, ¿no querés que tu hijo cambie todas sus compañías?, ¿no querés que tu hijo tenga una mentalidad de reino?, ¿no querés que tu hijo venga siempre a casa y que vos no lo tengas que obligar y él entrega todas sus amistades acá? ¿Cuántas cosas querés para tu hijo? entonces Dios te dice, te doy la mitad del reino, es bueno que tu hijo esté acá, es la mitad del reino, y vos le tenés que decir, no, la mitad del reino no, yo lo quiero todo, el Señor quiere que aprendas a negociar con él.



Hay cosas que Dios te va a decir que sí para probarte la fe, para ver si realmente te conformás con eso. Te sané el pie, pero bueno, el cáncer... y vos decís, bueno con que tenga el pie sano ya está, y Dios te está probando la fe, no Señor, yo no me conformo con la mitad del reino, yo lo quiero todo. Tenés que aprender a negociar con el rey. Dios quiere probar tu fe, Dios siempre te va a dar cosas buenas, pero te dice, si querés más, tengo más, para tu vida pídeme y te daré.



Sabés qué, querida mujer Dios quiere sacarnos la mentalidad que tenemos las mujeres de liquidación de fin de temporada.



¿Qué es la mentalidad de fin de temporada? te vas a comprar unos zapatos el fin de temporada, diez pesos el par de zapatos, llegás y le decís, me da la oferta de fin de temporada, diez pesos, sí, pero queda talle cuarenta, color violeta, con dos flores de color fucsia con amarillo y rosado, ¿y vos que decís? y bueno, pero está a diez pesos, me lo llevo, calzás treinta y seis, pero te llevás el cuarenta, porque está a diez pesos. Porque las mujeres especialmente, tenemos esa mentalidad de liquidación de fin de mes, y decís y bueno, Dios si me das esto, me conformo, si me das la mitad del reino, bueno, malo no es, de Dios no viene nada malo, pero vos tenias otra cosa en mente, entonces ¿por qué te conformaste con menos, cuando Dios es el rey, y te quiere dar no sólo la mitad del reino, sino tiene el poder para darte el reino completo? Dios te dice, hay más, tengo más, pedímelo, no te conformes con la mitad del reino porque hay más para tu vida.



Gracias Dios, porque mi marido dejó de tomar. Está bien ¿querés algo más? y ya está, qué más te voy a pedir si ya dejó de tomar, no, no, la mitad del reino no, dejó de tomar pero quiero que venga a la reunión, quiero que acepte al Señor en su corazón, quiero que se transforme en un líder, quiero que tenga su grupo, quiero que sea un hombre respetado en mi vecindad, en mi lugar, en mi comunidad, quiero que sea ese hombre que yo imaginé, yo quiero que sea ese hombre respetado por todo el mundo, que tenga un trabajo fijo, que tenga un buen sueldo, que sepa hacer negocios, que sea un buen padre para sus hijos, no quiero la mitad del reino, mitad del reino es: dejó de tomar, pero yo quiero más. Porque las mujeres tenemos que aprender a negociar, aún con Dios, porque cuando Dios te da, Dios siempre te va a probar la fe. a ver hasta donde le alcanza a esta mujer la fe y a veces somos tan pobres en nuestra manera de pedir. Nos acostumbramos tanto a ver las ofertas. a ver qué me llevo, que no me va, que no me guste me la llevo porque es barata, y Dios te dice te extiendo el cetro tenés la mitad del reino ¿está bien? para tu fe la mitad del reino está bien, o tenés fe para algo más.



¿Cuántas tienen fe para algo más?

¿Cuántas quieren más?

¿Cuántas quieren que Dios descienda y les dé algo más?



Yo quiero algo más, y ¿saben qué? cuando vayas a negociar con Dios, ponete una buena ropa, ponete tu mejor ropa, saben cuál es la buena ropa, dice la Biblia en Salmos 100: 4 2 "entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza" cuando vayas a pedirle a Dios, y a negociar con Dios que querés algo más, vas en adoración y alabanza. Adorá y alabá, mostrate contenta, porque a Dios le encanta hacer negocios con gente contenta y apasionada, con mujeres que saben que hoy la están pasando mal, pero mañana va a estar buenísimo, porque no te conformás con la mitad del reino, porque quieren mucho más.



Hay mujeres que cuando reciben algo lindo, experimentan algo lindo, inmediatamente dejan de pedir, porque dicen: ya está, cuánto más voy a pedir, si Dios me acaba de dar esto, estoy feliz, era lo que yo quería, como voy a pedir más, y se conformaron con la mitad del reino, porque todo lo que Dios te puede dar no es la mitad del reino, porque siempre hay más, siempre hay algo más que Dios tiene para darte. Así que hoy, lo que Dios te dio es la mitad del reino, lo que ayer te dio, fue la mitad del reino, te corresponde a vos pedir más, que Dios no es escaso, Dios tiene más ¿pero podrá darme mas? si ya me dio la casa que quería , si ya me dio el auto que quería, toda mi familia está convertida, qué más le puedo pedir a Dios, si yo tengo un buen trabajo, si mi marido consiguió trabajo, tiene un buen sueldo, si económicamente estoy bien, si yo estoy proyectando mis vacaciones, ¿algo más puedo pedir?, te conformaste con la mitad del reino. El cetro de Dios está extendido para las mujeres apasionadas, que no se conforman con la mitad del reino, que todo el día dicen, hay más para mi vida.



Muchas veces, hay mujeres que no quieren negociar porque dicen: yo no voy a perder mi orgullo. El ex le dice: yo no puedo ir a buscar a los chicos porque tengo muchas cosas para hacer, entonces decís: bueno, no vengas nunca más, no los veas, no necesito de vos, en lugar de negociar. Vos te crees que es orgullo, no, una cosa es dignidad y otra cosa es orgullo, si perdés la dignidad, no hay nada para negociar, pero si es orgullo tonto, negociá, poné pautas, ejemplo: ¿en qué horario podés venir?, a ver, como podemos negociar esto, yo voy a poner ciertas pautas, vos ponés las tuyas, y vamos a ver cómo hacemos, pero todos vamos a salir ganando, porque en una negociación, todos tenemos que salir ganando.



A veces tenés que tragarte ese orgullo tonto, que no sirve para nada, no estoy hablando de dignidad, si vas a perder la dignidad, no. Vos negociás pero sin poner en juego tu dignidad, y ese orgullo tonto lo tirás. Cuando decís que se guarde la plata, que se guarde la plata, nada, esa plata es de mis hijos, vamos a negociar, te corresponderá tanto, no importa, pero que lo que me corresponde me corresponda, si no perdés la dignidad, si es solo orgullo, aprendé a negociar.



Hay gente que dice no, si eso no es el trabajo que yo quiero, porque ahí no me pagan lo que yo quiero, yo quiero ganar cinco mil pesos y a mi me pagan doscientos, no me alcanza ni para comer, entonces guardate el orgullo, pero no es el objetivo todavía, entonces negociá, como te dije antes, ganate doscientos pero a los dos meses decís, yo quiero que usted me aumente, y a los otros dos meses, me aumente más, porque después de haber trabajado y haber tenido para comer, vas a tener capacidad para pensar, experimentar, y pedir otro trabajo, te das cuenta que no es decir que no, es aprender a negociar, es decir si no corresponde a mi objetivo, lo voy a negociar para llevarlo hacia mi objetivo.



El cetro de Dios está extendiéndose para las mujeres entusiasmadas con un sueño. Yo he aprendido que si hay cosas que vienen a mi vida, que son buenas, pero no tienen nada que ver con mi sueño, yo sin ningún problema les digo que no, y hay otras cosas que vienen a mi vida y se me plantean, y me pregunto ¿tiene que ver con mi sueño? si tiene que ver con mi sueño lo voy a negociar, si no tiene que ver con mi sueño, por más que sea bueno, si a mi no me interesa, lo dejo a un lado.



Es más fácil la vida así. Cuando sabés hacia donde vas, cuando sabés cuál es tu meta, tu sueño, tu objetivo, este dinero que estoy ganando es correcto, si tu objetivo tiene que ver con ese dinero, si lo que te vas a comprar necesitás de ese dinero, estás recibiendo bien, pero si es menos de lo que vos te querés comprar, ahí hay que negociar, todo tiene que ver con el sueño que tengas. Queridas mujeres, Dios está extendiendo el cetro y quiere probar tu fe, te quiere decir, te doy la mitad del reino, no es poco, y el Señor te dice, si tenés más fe, hay otra mitad del reino para tu vida, quiero más declaralo, quiero más en el nombre de Jesús.



El cetro del Señor está extendido, el Señor va a estar probando tu fe, te dice ya te conformaste con lo que te di, ya estás contenta, pero hay más.

jueves, 29 de octubre de 2009

GRACIAS SEÑOR... (Oración a Dios)




Es mi deseo agradecerte por todos tus cuidados dignos del mejor Padre; aún cuando nosotros no somos dignos de ser llamados tus hijos, sino esto es sólo por tu inmensa gracia y amor al darnos salvación la eterna y una nueva vida, cuando estábamos muertos espiritualmente por nuestras faltas y pecados, pero tú no nos rechazas por nuestra despreciable condición, ante tu perfecta y gloriosa presencia, sino que conmovido en misericordia nos extiendes tu mano amiga y perdonadora, ofreciéndonos tus valores y enseñanzas para seguir adelante.Te doy gracias, porque no eres un Dios que de lo alto prohíbe y ordena, sino que dejando tu reino, viniste al reino de los hombres, y sin despreciarnos, te hiciste uno de nosotros para darnos las "Buenas Nuevas".



Y no tan sólo viniste al mundo a compartir nuestras penas, a alegrarnos y darnos fuerzas, a enseñarnos de nuestros errores y a perdonar éstos, sino que diste tu vida voluntariamente por nosotros. Siendo Señor, te hiciste siervo y nos diste tu vida, sin pedirnos nada a cambio; siendo rey, naciste y viviste con humildad; siendo fuerte, te quebrantas ante los sollozos de los niños y los consuelas con ternura; siendo santo, cargaste con todos nuestros pecados



Señor, muchísimas gracias por vencer la muerte, por y para nosotros; gracias porque en ti se encuentra la felicidad, gracias porque aligeras nuestra carga y nos ayudas a llevar nuestra cruz, que no se compara con la tuya.



Gracias, porque en ti podemos sentirnos realizados y tener un futuro seguro, porque estamos en tus manos y podemos descansar en tus cuidados y en tu voluntad, que es lo mejor para nuestras vidas, no teniéndonos que afanarnos ni estar agobiados por el mañana, porque sabemos que tuyo es, al igual que todas las cosas.



Gracias por ser tan fiel, por tener desde antes la salida a todos nuestros problemas; gracias, porque no dejas que seamos tentados más de lo que podemos soportar; gracias por no habernos dejado solos, en este mundo, sino que como se lo prometiste a tus discípulos, nos mandaste un guía y consolador...tu Espíritu Santo.



Gracias, porque en tu palabra podemos encontrar tu Divina Voluntad, tu Santa Doctrina y una palabra que alumbre nuestro camino y que, animándonos, nos dé fuerzas para seguir adelante y vencer así, en Tu Nombre, todas las pruebas y dificultades.



Gracias, porque no tan sólo eres un Dios Poderoso y conocedor de todas las cosas, sino que eres un Dios personal que está con nosotros en todo momento. Un amigo que nos comprende y confía en nosotros, mirando siempre nuestro potencial e instándonos a alcanzarlo, y que no hace diferencias entre hombre y mujer o entre razas y grupos sociales, sino que para ti, todos somos iguales y como a tus hijos, nos amas y defiendes con el mayor celo.



Gracias, Señor, porque no nos hiciste seres autómatas, sino que nos hiciste a tu imagen y semejanza, o sea nos hiciste con un espíritu y con una inmensa capacidad para razonar, poniéndonos en el primer lugar de tu creación, para que la administráramos con sabiduría, amor y respeto.



Gracias también , porque no nos hiciste seres aislados, totalmente autosuficientes e individualistas, sino que nos hiciste seres sociables, nos diste una familia, en donde desarrollarnos y aprender, una pareja, amigos, etc.



Señor... nos has dado tantas cosas inigualables que no alcanzarían estas líneas para agradecerte todas tus bendiciones que son nuevas cada día, pero tenlo por seguro que en nuestras almas y en nuestras mentes, todo nuestro ser te proclama y te exalta como nuestro Dios, nuestro Rey, nuestro Señor y Salvador, por los siglos de los siglos...Amén.



Escrito por: Alana Eileen Carné Bolaño

miércoles, 28 de octubre de 2009

¡Dios quiere que conozcas su voz!


Por David Wilkerson 19 de abril de 1993__________

El diablo hace todo lo que está en su poder para hacer que se oiga su voz en este mundo. En un momento dado incluso tuvo la audacia de interrumpir a Jesús mientras el Señor estaba hablando en la sinagoga:
“Y entraron en Capernaum; y los días de reposo, entrando en la sinagoga, enseñaba... Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, diciendo: ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. Pero Jesús le reprendió diciendo: ¡Cállate, y sal de él!" (Marcos 1:21-26).
Usando la voz del hombre, Satanás clamó ruidosamente, teniendo un propósito en mente - ¡sembrar temor en toda la congregación! Quería que toda persona al alcance de su voz se atemorizara - para que creyeran que tenía poder y autoridad, aún mientras estaba siendo expulsado.
Pedro advierte a los creyentes de los últimos días que Satanás vendrá a ellos con voz fuerte, intentando traer temor: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda al asecho, buscando a quien devorar.” (1 Pedro 5:8).
Aquí está mi punto: Si Satanás está haciendo que su voz sea conocida en estos últimos días, mostrando su poder a las masas de almas perdidas, ¿cuánto más importante es para el pueblo de Dios conocer la voz de su Padre? ¿Piensas que el Señor se sentaría mientras Satanás le ruge al mundo - y todavía permanecer callado? ¡Nunca! Isaías dijo: “Y el Señor hará oír la majestad de su voz.” (Isaías 30:30).
Desde Adán y Eva, Dios ha estado hablando al hombre. La Escritura dice que desde el mismo principio: “Oyeron la voz del Señor Dios.” (Génesis 3:8). Adán dijo: “Te oí en el huerto.” (versículo 10).
Desde el Génesis hasta el Nuevo Testamento, Dios hizo que su voz fuera conocida por su pueblo - a Abraham, Moisés, Caleb, Josué, Samuel y David, a reyes y jueces justos. En los libros de los profetas vemos esta frase repetida vez tras vez: “Y Dios dijo...” La voz de Dios era conocida y entendida. ¡Él siempre hizo que su voz fuese oída!
Jesús confirmó esto en el Nuevo Testamento, usando el ejemplo del Buen Pastor: “Y las ovejas oyen su voz; llama a sus ovejas por nombre, y las conduce fuera. Cuando saca todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. Pero a un desconocido no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” (Juan 10:3-5).
Jesús declaró a Pilato: “Todo aquel que es de la verdad oye mi voz.” (18:37). El mensaje para nosotros es claro: Si tienes al Espíritu de Dios en ti, entonces ¡oirás y conocerás su voz!
Pero vivimos en un día cuando muchas voces claman por nuestra atención. Pablo advirtió: "Hay... tanta diversidad de idiomas en el mundo; y ninguno carece de significado [sentido].” (1 Corintios 14:10).
Quizás has tenido la experiencia de muchos otros cristianos: Cuando oras, buscando oír y conocer la voz de Dios, tu mente se inunda con todo tipo de voces. Puedes preguntarte: “¿Cómo puedo distinguir la voz de Dios de mi propia carne? ¿Cómo puedo estar seguro que Dios está hablando, y no la voz de un espíritu tentador?”
Permíteme compartir contigo unos cuantos puntos de vista que creo Dios me ha dado sobre este asunto de oír y conocer su voz:

Si estás viviendo en pecado,¡núnca oirás la voz de Dios!

Si estás consintiendo algún pecado secreto, puedes estar seguro que realmente no quieres oír la voz de Dios. Eso es porque ya sabes lo que él te dirá – ¡y no quieres oírlo!
Cuando Adán y Eva pecaron, trajo la vergüenza. Y con esa vergüenza vinieron la culpa, el temor y la condenación. Esta vergüenza es llamada “desnudez” en el Antiguo Testamento - y estar desnudos significa estar de pie en la presencia de Dios vestidos sólo con la culpa. “Pero Jehová Dios llamó a Adán, y le dijo, ¿Dónde estás tú? Y él dijo, Oí tu voz en el jardín, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.” (Génesis 3:9-10).
Adán se escondió de la voz de Dios, debido a la culpa y la vergüenza de su pecado. Y eso es exactamente donde la mayoría del pueblo de Dios está hoy - ¡escondido, asustado para escuchar que Dios hable!
Puedes tener amigos cristianos tibios que no les gusta ir a la iglesia contigo. Cuando los conociste estaban viviendo descuidadamente. De hecho, estaban cargados con culpa y vergüenza - pero ¡no estaban listos para abandonar su pecado secreto!
Cuando los trajiste a la iglesia contigo, la Palabra de Dios les atravesó su conciencia. Supieron que estaban oyendo la voz de Dios, llamándoles: “¿Dónde estás tú - qué estás haciendo?” ¡El miedo golpeó su corazón! La santa presencia de Jesús hizo que su pecado pareciera vil ¡y ellos no podían esperar salir de la iglesia y huir!
Amado, si quieres escuchar la voz de Dios tienes que estar preparado para una limpieza total. ¡Debes desear tener cada pecado expuesto y arrojado a lo lejos! El profeta Isaías tuvo una visión imponente del Señor sentado en un trono, alto y sublime. Serafines se cubrían con sus alas debido a la santa presencia de Dios. Clamaban: “Santo, santo, santo, es el Señor de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.” (Isaías 6:3).
La voz de Dios era tan poderosa que agitó el templo. Y a su sonido, el justo profeta Isaías cayó sobre su rostro, llorando: “¡Ay de mí, pues soy muerto! Porque siendo un hombre de labios impuros... mis ojos han visto al rey, a Jehová de los ejércitos.” (versículo 5). Isaías estaba impactado con un sentido de pecado y suciedad - ¡porque la voz de Dios es una voz que purifica!
“Entonces voló hacia mí uno de los serafines, trayendo en su mano, con unas tenazas, un carbón encendido tomado del altar y tocó con él mi boca, diciendo, He aquí, que esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido quitada, y tu pecado ha sido perdonado.” (versículos 6,7).
Isaías no podía oír “la voz orientadora” de Dios hasta que hubiese oído su “voz purificadora” primero.
Mira, la dirección y guía sólo vienen después de la purificación porque si no has sido purificado, no puedes ir más allá con el Señor. Pero miles y miles del pueblo de Dios hoy se reúnen para conseguir una rápida palabra “curalotodo” de parte Dios. Quieren que un profeta ponga las manos sobre ellos - para decirles qué hacer y lo que los sostendrá en el futuro. La mayoría de lo que oyen, sin embargo, es lisonja: “¡Serás usado poderosamente por Dios!” “¡Serás un testigo a las naciones!” “¡Serás bendecido y prosperado!”
¿Cuántas de estas personas piensas se reunirían si el “predicador estrella” apuntara un dedo a su corazón y les diera la Palabra purificadora de Dios? “¡Todavía están sucios - nunca han dejado sus pecados ocultos! No tienen ninguna visión de la santidad de Jesús. ¡Oigan su voz - arrepiéntanse!
Si quieres oír la voz de dirección de Dios, debes primero estar listo para tener tu alma purificada y limpia. ¡Su Palabra viene a traspasar nuestra conciencia y exponer la maldad - para que él pueda usarnos!
No estoy de acuerdo. Déjame decirte por que.

¡Fue tan sólo después que Isaías escuchó la voz purificadora que él oyó la voz de dirección!

 

Una vez que hubo recibido purificación, Isaías recibió dirección de Dios: “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo, Anda...” (Isaías 6:8-9).
¡Cuánto nos entusiasmamos después de la purificación! Una vez nos hemos arrepentido y quebrantado, oramos: “Señor, sabes que he sido limpiado, que todos los pecados han sido purificados. Ahora estoy listo para oír tu voz de dirección hablar cómodamente a tu siervo - ¡estoy listo para obedecer!”
Pero si quieres dirección - si piensas que estás listo para hacer lo que él pide - entonces permíteme preguntarte: ¿Estás listo para una palabra inquietante - una misión de aflicción y rechazo - una vida de fe sin garantía de comodidades excepto las del Espíritu Santo?
¡Eso es exactamente lo que le pasó a Isaías! El profeta se ofreció: “Envíame, Señor.” ¡Y Dios lo envió a una misión dura y difícil!
“Y dijo, Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.” (versículos 9-10).
¡La palabra que Isaías oyó no era halagadora! Al contrario, le haría impopular, odiado por la gente. El Señor le dijo: “¡Ve, endurece a aquellos que se niegan a oírme hablar! ¡Cierra sus ojos y oídos - termina de endurecer sus corazones!”
Amado santo, si quieres conocer la voz de Dios, entonces ¡tienes que desear oír todo lo que él dice! Dios nunca dirá: “¡Ve!” hasta que primero te pregunte: “¿Quién irá?” Él viene a ti, preguntando, ¿estás deseando hacer todo lo que te digo - para hacerlo a mi manera? ¿Estás dispuesto a rendir tu vida?”
Cuando oré por dirección hace unos pocos años el Señor me dijo claramente: “Regresa a Nueva York.” ¡Esa fue la palabra más incómoda para mí! Había estado listo para retirarme. Había planeado escribir libros y predicar en lugares selectos. Pensé: “Señor ya he pasado mis mejores años allí. ¡Dame un descanso!”
Sí, queremos oír la voz de Dios, ¡pero queremos oírla cómodamente! No queremos que nos agite. Pero ¿por qué Dios nos daría su voz de dirección si no está seguro que le obedeceremos?
¡Abraham aprendió a oír la voz de Dios obedeciendo primero lo que oyó - en el momento que lo oyó! La palabra de Dios para él fue una palabra dura: “¡Sacrifica a tu hijo, Isaac!” Abraham actuó en esa palabra y su obediencia se volvió un aroma perfumado que tocó el mundo entero: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.” (Génesis 22:18).

¡Hay una causa mayor por la cual tantos creyentes no pueden conocer o entender la voz de Dios!

 

Los maestros de Israel vinieron a Moisés y dijeron: “Ahora, pues ¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego nos consumirá; si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios, moriremos. Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún viva? Acércate tú, y oye todas las cosas que dijere Jehová nuestro Dios; y tú nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te dijere, y nosotros oiremos, y haremos.” (Deuteronomio 5:25-27).
Estos hombres estaban diciendo a Moisés: “¡Ve hacia Dios! Oye su voz y dinos lo que dice, y lo haremos.”
Pero Moisés les recordó a estos líderes que una vez ellos habían oído la voz del Señor por sí mismos: “Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del fuego.” (Deuteronomio 5:4). ¡Dios les había hablado personalmente – y habían vivido! De hecho, aquella misma noche, antes de retirarse, habían acordado: “Hemos oído su voz de en medio del fuego; hoy hemos visto que Jehová habla al hombre, y éste aún vive.” (versículo 24)
No, estos israelitas no tenían miedo de oír la voz de Dios - ¡tenían miedo de lo que iba a decirles! ¡Era porque todavía estaban aferrados a los ídolos – ratones dorados que habían traído con ellos de Egipto!
Dios ya les había ordenado:
“No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen. No te inclinarás a ellas ni las honrarás” (Éxodo 20:3-5). Y ahora él les estaba diciendo: “Quiero todo su corazón. ¡Saquen sus ídolos!”
Amós habló de parte de Dios, diciendo: “¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, oh casa de Israel? Ahora bien, llevabais el tabernáculo de vuestro Moloc y Quiún ídolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis.” (Amós 5:25-26).
El escritor de Hebreos dice que Israel rogó “que no se les hablarse más, (porque no podían soportar lo que se ordenaba...)” (Hebreos 12:19-20).
¡Aquí está la clave! Los israelitas no podían soportar lo que Dios les había ordenado porque ¡no podían imaginar dejar sus ídolos ocultos y pecados secretos!
Pensaban: “Moisés es manso. Le dejaremos hablar con Dios y entonces le escucharemos. Él nos ha guiado todos estos años, y todavía no nos ha agarrado nuestros ídolos ocultos. Él no será tan duro con nosotros como Dios!”
¡No! ¡Dios no es un anfitrión de ceremonias que juega juegos del salón con cristianos idólatras! Él busca intimidad – él quiere hablar de los detalles más pequeños de nuestras vidas. Y él habla con un propósito en mente - ¡poseer todo nuestro corazón! ¡Él quiere destruir todos los ídolos y purificar todo pecado para poder bendecir, favorecer y recompensar!
El Señor dijo de Israel: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (Deuteronomio 5:29).

¡La voz de Dios no puede ser oída cuando estás dependiendo en la voz de un hombre!

Israel no podía oír la voz de Dios porque prefirieron oír la voz de un hombre. Te pregunto: ¿Podría ésta ser la razón por la cual no puedas oír su voz?
Quizás tienes un ídolo - cierto ministro, maestro o evangelista. Él te habla de cosas buenas - de sanidad, prosperidad, fe y bendiciones. ¡Pero no excava en tu corazón sobre el pecado! No quieres ser investigado; sólo quieres ser bendecido - así que escuchas sus cintas durante horas, devorando sus mensajes. Pero ¡estás alimentándote de un hombre en lugar de Cristo!
Amado, la razón por qué muchos cristianos hoy no pueden oír la voz de Dios es porque ¡han sido adoctrinados por un hombre! La Biblia habla de esto como la peor idolatría de estos últimos días - la adicción a falsas doctrinas, falsos maestros, adoctrinamiento por hombres que no hablan por Dios.
No hablo contra estos hombres, sino contra la herejía y el error - contra las falsas doctrinas que están viniendo y estropeando las almas de los hombres. Aquellos que corren a tales doctrinas terminan desganados, desconcertados, náufragos. ¡Pierden la verdadera bendición y favor de Dios!
Es tiempo que cada creyente vaya directamente al Señor y ¡oír su voz sin un hombre en medio! Tienes que aprender a oír la voz de Dios por ti mismo. Sí, su Espíritu estará excavando, investigando, convenciendo, tratando. ¡Pero nunca conocerás su voz hasta que él tenga todo tu corazón!
Quiero hablar ahora a aquellos creyentes del remanente arrepentidos que de verdad quieren oír y conocer la voz de su Señor:

¡El deseo de Dios para su pueblo santo es que disfruten oír su voz en una conversación diaria y consistente!


Dios desea hablarte como si estuvieras sentado cenando con él. ¡Él quiere conversar contigo, corazón a corazón, sobre cualquiera y todos los asuntos! La Biblia dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20).
Este versículo ha sido mal aplicado a los no salvos. Hablamos de Jesús parado a la puerta del corazón del pecador, buscando entrar. No - ¡es al creyente que Cristo está hablando!
El contexto muestra que Cristo está hablando a aquellos que están vestidos con vestiduras blancas (la justicia), que han comprado oro probado en el fuego, cuyos ojos están ungidos (teniendo revelación), que son amados, reprobados y castigados (vea los versículos 15-19). Éstos están arrepentidos, pueblo santo ¡que quieren conocer la voz de Dios!
Cuando leí y releí el versículo 20 de este pasaje, tres palabras siguieron resaltando para mí: “¡Abre la puerta! ¡Abre la puerta!” Y el Espíritu de Dios habló claramente a mi corazón: “David, la razón por la que no me has oído cuando quiero ser oído, ¡es porque no estás abierto totalmente en tu espíritu para oír!”
Ahora, sabemos teológicamente que Jesús mora en nuestro corazón. Pero la mayoría de nosotros guarda un pequeño lugar en nuestro corazón que nunca abrimos al Señor. Éste es el trono de nuestra alma, el mismo centro de nuestro ser - nos hace la persona que somos. Y de él saltan todas nuestras emociones.
Éste es el cuarto al que Jesús viene, golpeando, llamando. Él está diciendo que hay una puerta cerrada entre tú y él – algo que está bloqueándole la entrada.
Esta puerta, como yo la veo, representa un compromiso - uno que muchos cristianos no han hecho todavía completamente. La mayoría de los creyentes oran: “Señor, todo lo que necesito es un pequeño consejo, unas cuantas palabras de dirección - un recuerdo de que me amas. Sólo déjame saber si estoy haciendo bien o mal. ¡Ve delante de mí y abre las puertas!”
Pero Jesús nos contesta: “Si todo lo que quieres de mí es dirección, puedo enviarte un profeta que te la dé. Si sólo quieres saber dónde ir y qué hacer, puedo enviarte a alguien y puedes filtrarlo todo a través de él. ¡Pero estás perdiéndome!”
La verdad es que, ¡Jesús quiere más! Él quiere tu cercanía, tus emociones más profundas, tu cuarto cerrado. Quiere sentarse contigo y compartir todo lo que está en su corazón - hablar contigo cara a cara. ¡Quiere estar en intimidad contigo! ¡Está pidiendo una cena para dos!
Apocalipsis 3 es un cuadro maravilloso de esto. Habla de amor e intimidad, de compartir secretos, de voz tierna. Cristo está diciendo aquí: “Quiero compartir mi corazón contigo. Quiero que conozcas mis caminos, para que cada pensamiento que pienses sean mis pensamientos. Quiero que mi voz emerja más y más en tu corazón – ¡hasta que tu misma mente sea la mente de Cristo!”
Está parado a la puerta, golpeando, pidiendo un compromiso - un paso de fe que diga que abrirás tu corazón, alma y mente a él. Esto no puede suceder a través de emociones o sentimientos. Más bien, debe ser a través de un compromiso de fe que diga: “Jesús, me comprometo contigo, no por respuestas, no por dirección. ¡Abro la puerta de mi todo a ti!”
Cuando Jesús entra, trae comida, pan - en otras palabras, él mismo. Y cuando te alimentas con él, ¡estarás completamente satisfecho!

¡El Cantar de los Cantares de Salomón ofrece un maravilloso cuadro de Cristo esperando a la puerta!


La novia presentada en el Cantar de Salomón dice:
“Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama: Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche.” (Cantar de los Cantares 5:2).
El novio en esta escena representa a Jesús. Él está tocando a la puerta de su novia, diciendo “Ábreme mi amada, Mi cabeza está llena con rocío [significando, he sufrido por nuestro amor].” La novia le oye tocar, pero está en cama. Ama al novio, pero también está cansada para levantarse y abrirle la puerta.
Entonces algo pasa. Ella dice: “Mi amado puso su mano en el agujero de la puerta, y mi [corazón fue] movido por él.” (verso 4). En tiempos orientales, las puertas eran construidas con una abertura en ellas. Aquí, el novio quiere fuertemente estar con su novia que pone su mano en la abertura e intenta abrir la cerradura desde dentro. Pero por alguna razón es impedido. Así que mira a través de la abertura a su novia - y la ve soñolienta y medio despierta.
Se pregunta: “¿Me ama de verdad?” “¿Por qué no me abre con ansioso júbilo?” “¿Por qué estoy tan ansioso de estar con ella - y aún es tan indiferente de estar conmigo?”
Amado santo, ¡esto es exactamente lo que el Señor está deseando de su iglesia! Nos quiere esperando en la puerta, llenos de amor - ¡no despreciándolo como si no fuera el Único encanto de nuestros corazones!
Las personas que están enamoradas quieren estar juntas, a solas. Y este cuadro muestra el corazón de Cristo hacia nosotros: ¡Quiere intimidad con nosotros tan fuertemente que literalmente alcanza dentro e intenta abrir la puerta! Pero, te pregunto - ¿cuántas veces Jesús ha querido la intimidad contigo, pero lo has dejado fuera?
A estas alturas, la novia se despierta y huele la fragancia amada (la mirra) en la cerradura de la puerta: “Me levanté para abrir a mi amado; y mis manos gotearon mirra, y mis dedos el dulce olor de la mirra, en las asas de la cerradura.” (verso 5).
Finalmente, dice: “Abrí a mi amado; pero mi amado se había ido, se fue; mi alma falló cuando él habló. Lo busqué, pero no pude hallarlo; lo llamé, pero no me dio ninguna respuesta.” (Cantar de los Cantares 5:3-5).
¡El novio se había ido! Todavía la amaba - pero sus acciones dijeron: “¡Ella no tiene intenso amor por mí - me tomó como una garantía! Tengo que retirarme hasta que aprenda a apreciar quién soy.”
Amado, ¡a veces el Señor tiene que retirarse de nosotros por la misma razón! Cuando él lo hace, está diciéndonos, “¡Quiero que vengas a mí con todo tu corazón. Quiero que me ames – me anheles con todo lo que está en ti!”
Repentinamente, ¡la novia comprende que ha despreciado a su novio! Así que corre a las calles, llorando: “Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, que le hagáis, saber que estoy [enferma de amor].” (5:8). Le dice a todos: “Él es todo codiciable.” (verso 16).
Éste es un cuadro de una iglesia despierta - ¡despertada a su necesidad por Cristo! Aquellos que tienen hambre por el novio están ya parados en la puerta cuando Jesús llama. ¡Están listos, con su mano en la puerta, para abrir a la intimidad con él!
Como la novia en este pasaje, ¡debemos despertarnos a quién es Jesús para nosotros! Tenemos que decir, como la novia, “¡Ése es mi amor, mi vida, no puedo lograrlo sin él!”
¿Aún no te has abierto a la intimidad amorosa con Jesús? ¿Todavía no has dejado entrar al Novio? Abre tu alma y espíritu a Cristo, y confía que él entrará. Permítele ser tu fuente, tu todo y cree lo que dijo: “¡Entraré – cenaré contigo!” (vea Apocalipsis 3:20).
En su presencia, encerrado con él a solas, lo conocerás - su fragancia, sus caminos, su corazón. Y aprenderás a conocer su voz - la voz del Único que te ama lo suficiente para seguir golpeando y rogando por tu intimidad.


¡Acércate a él - y conocerás su voz!


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